NOTAS DE ELENA
Material complementario de la escuela Sabática para adultos
Narrado por: Patty Cuyan
Desde: California, USA
Una cortesía de DR'Ministries y Canaan Seventh-Day Adventist Church
Escríbenos a: patty.cuyan@gmail.com
20 DE OCTUBRE
COMIENZA LA OPOSICIÓN
Cerca de los israelitas que se habían dedicado a la tarea de reedificar el templo, moraban los samaritanos, raza mixta que provenía de los casamientos entre los colonos paganos oriundos de las provincias de Asiria y el residuo de las diez tribus que había quedado en Samaria y Galilea...
Durante la época de la restauración, estos samaritanos se dieron a conocer como “enemigos de Judá y de Benjamín”. Oyendo “que los venidos de la cautividad edificaban el templo de Jehová Dios de Israel, llegáronse a Zorobabel, y a los cabezas de los padres”, y expresaron el deseo de participar con ellos en esa construcción...
Sin embargo, si los caudillos judíos hubiesen aceptado este ofrecimiento de ayuda, habrían abierto la puerta a la idolatría. Supieron discernir la falta de sinceridad de los samaritanos. Comprendieron que la ayuda obtenida por una alianza con aquellos hombres sería insignificante, comparada con la bendición que podían esperar si seguían las claras órdenes de Jehová (Profetas y reyes, p. 415).
El profeta... no consideraban a los habitantes de la tierra como adoradores del Dios verdadero, y aunque profesaron amistad y trataron de ayudarlos, no se atrevieron a unirse con ellos en ninguna cosa relacionada con el culto de Dios. Cuando fueron a Jerusalén para edificar el templo de Dios y restaurar su culto, no quisieron pedir ayuda al rey para que los asistiera en el camino, sino que buscaron la ayuda de Dios mediante el ayuno y la oración. Creían que Dios defendería y prosperaría a sus siervos en sus esfuerzos por servirle. El Creador de todas las cosas no necesita la ayuda de sus enemigos para establecer su culto de adoración. No pide el sacrificio de los impios, ni acepta las ofrendas de los que tienen otros dioses delante de él.
Hemos escuchado la observación: “Usted es demasiado exclusivista”. Como pueblo estamos dispuestos a hacer cualquier sacrificio para salvar las almas o conducirlas a la verdad. Pero no debemos atrevernos a unirnos con las personas mundanas, a amar las cosas que ellas aman ni a tener amistad con el mundo, porque en ese caso estaríamos en enemistad con Dios (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 255).
En muchos el amor por lo humano eclipsa el amor por lo divino.
Dan el primer paso en el camino de la apostasía al aventurarse a pasar por alto el expreso mandato del Señor; y la apostasía completa es a menudo el resultado. Siempre ha sido peligroso para el hombre cumplir su propia voluntad en oposición a los requerimientos de Dios. No obstante, les resulta duro a los hombres aprender que Dios realmente quiere decir lo que dice. Por lo general, los que eligen como amigos y compañeros a personas que rechazan a Cristo y pisotean la ley de Dios, eventualmente adoptan la misma mentalidad y el mismo espíritu (Hijos e hijas de Dios, p. 167).
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