Después de una excursión de tres días por la montaña, el famoso novelista R. regresó a Viena por la mañana temprano… El criado le informó de las visitas que había tenido durante su ausencia, así como de las llamadas telefónicas, y le entregó la correspondencia sobre una bandeja. Él la miró distraído, abrió algunos sobres, cuyos remitentes le interesaban, y dejó a un lado uno de letra desconocida, que le pareció muy voluminoso… En 1921, Stefan Zweig publicó CARTA DE UNA DESCONOCIDA, un relato en el que un escritor de éxito, al volver a Viena tras unas cortas vacaciones, recibe una voluminosa carta, cuyo sobre está escrito por una mano femenina, pero sin remitente. En un principio, la aparta del resto de correspondencia; pero la curiosidad le hace abrirla…
A Andrea…y a Concha.
-Paul Hindemith: Trauermusik. Jitka Hosprova. Orq. de Cámara de Praga.
-Alban Berg: Concierto para violín “A la memoria de una ángel” Kyung Wha Chung. Orq. Sinfónica de Chicago. Georg Solti.
-Richard Strauss: Cuatro últimas canciones… PRIMAVERA, SEPTIEMBRE y AL IR A DORMIR, con textos de de Hermann Hesse; EN EL OCASO, texto de Joseph von Eichendorff. Anne Schwanewilms. Orq. Ópera de Colonia. Markus Stenz
-Arnold Schönberg: Noche Transfigurada. Octeto de Viena.
-Christiane Kubrick: Der Treue husar (Tradicional)
Primavera.
En la gruta crepuscular
soñé largamente
tus árboles tus aires embriagadores
tus olores y el cantar de tus pájaros.
Ahora yaces descubierto
con tus ornamentos resplandecientes
pleno de luz
como un milagro ante mí.
Me reconoces de nuevo
me atraes dulcemente,
mis miembros tiemblan
tu bienaventurada presencia.
Septiembre.
En el jardín enlutado
cae gélida la lluvia sobre las flores.
El verano se estremece
mansamente esperando su final.
Goteo dorado de hoja
en hoja de la gran acacia.
El verano sonríe asombrado y abatido
en el jardín agonizante.
Moroso junto a las rosas
se entretiene, buscando la calma.
Lentamente, cierra
sus cansados ojos.
Al ir a dormir.
Cansado del día
debe recibir mi añoranza ansiosa
amigablemente la noche
como al niño fatigado.
Manos, dejad los quehaceres,
Cabeza, olvida todo pensamiento,
todos mis sentidos
desean hundirse en el sueño.
Y el alma sin vigilancia,
desea colgándose de libres alas,
vivir profunda e intensamente
en el círculo mágico de la noche.
En el ocaso.
Hemos atravesado necesidad y felicidad
cogidos de la mano;
descansamos del camino
en el campo silencioso.
Alrededor, se inclinan ya los valles
oscureciendo el día
mientras dos alondras se alzan
ensoñadoramente en el éter.
Ven y déjalas correr
pronto es hora de dormir
y así no nos perderemos
en esa soledad.
Lejana, calmada paz
tan profunda en el crepúsculo.
Cuan cansados estamos del camino,
¿es esto quizás la muerte?
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Comentarios
ha sido fantástico
siempre, gracias