Dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Que los amigos de verdad son los que te acompañan en los malos momentos (en el hospital o en la cárcel, me enseñaron de joven). Que para reír todos somos buenos, pero para encontrar un hombro en el que llorar ya quedan menos. Y si eres una de esas personas que un día decidiste mudarte y vivir en el extranjero, te habrás dado cuenta de que un amigo es mucho más de lo que creías porque adquiere otro significado.
Unas semanas atrás escribí acerca de cómo muchos emigrantes nos sentimos fuera de lugar cuando regresamos a nuestro lugar de origen. Cómo los amigos de verdad se pueden contar con los dedos de una mano y de la decepción al descubrir que muchos otros se quedaron por el camino. Fue un post duro, triste y que removió a más de uno. A mí la primera. Pero lo cierto es que me ayudó a reflexionar ¿a ti no?
Mi mejor amigo es el que saca lo mejor de mi mismo, Henry Ford. Una de las conclusiones a las que llegué leyendo vuestros comentarios, es que aquellas personas que consideran que la distancia geográfica es un obstáculo para mantener la amistad no eran tan cercanas como creíamos. Después de 5 años viviendo en el extranjero puedo hacer la lista de los amigos que de verdad siguen al otro lado incondicionalmente. De algunos no tenía dudas, y otros han aparecido en mi vida para quedarse ya para siempre. Lo cual sabe aún mejor.
Los amigos de verdad son aquellos que no te dicen lo que quieres oír. “Quien te quiere te hará llorar”, dicen. Y así es. No dudan en decirte que te echan de menos o que te quieren. Pero también te recriminan si consideran que deben hacerlo. Porque un amigo es como una madre que ha nacido para protegerte pero que no le tiembla la voz si tiene que sermonearte cuando te equivocas. Por tu bien.
“Están los amigos que lamentan tu marcha como si se tratara de un duelo”, me cuenta María V. desde Nueva Zelanda. Y entonces me doy cuenta de la suerte que he tenido: mis amigos de verdad son los que me montan un sarao de despedida cada vez que emprendo una nueva aventura. Eso sí, las lágrimas nunca faltan, pero jamás son de tristeza. Porque mi felicidad es la suya, y eso se llama amor incondicional. Y como sé que me leen, ahí lo dejo
Me contaba hace poco María A. desde CDMX que no desvelara su identidad en el blog por si casualmente alguna de sus “amigas” leía lo que habíamos comentado en privado. Y reflexionando un poco me he dicho: quien se sienta aludido sabrá por qué. Mis amigos, tus amigos de verdad, los que estén leyendo o escuchando mis palabras ahora mismo saben que no va con ellos ¿no crees?
Por casualidad nos encontramos, por elección nos convertimos en amigos, Millie Huang.
En mi opinión es también una cuestión de expectativas. Cuando conectamos con alguien lo hacemos porque compartimos aficiones, gustos, valores o inquietudes. Incluso hay quien elige a sus amistades por un interés, como puede ser su posición social. Sea cual sea el motivo, si pierdes una amistad por el camino es responsabilidad tuya.
Un amigo te puede decir cosas que no quieres decirte a ti mismo, Frances Ward Weller. Yo misma me he sentido traicionada, decepcionada o frustrada con las acciones de personas que consideré en el pasado que eran amistades de verdad. Y durante años conviví con el resentimiento hacia ellas. Hasta que un día me di cuenta de que yo era la única responsable ¿pero cómo es posible? Te preguntarás.
Mi problema ya me lo decía mi marido: doy demasiado y espero lo mismo a cambio. Error. No puedo decir que se hayan aprovechado de mi generosidad. Yo doy voluntariamente. Si no recibo lo mismo no es culpa del otro. Mi olfato falló. Me pasó recientemente con una “amiga” y fui capaz de razonar y llevar la situación con dignidad.
Sin entrar en detalles, a quién no le ha pasado nunca recibir el mensaje o la visita de un “amigo” y que después de soltarte todo el rollo durante horas se limite a preguntarte, así como de casualidad y en los últimos cinco minutos de la jugada “ah, por cierto ¿cómo estás?”. A preguntas genéricas, respuestas genéricas: “todo bien, gracias por preguntar”. Un amigo es el que sólo con oír tu voz al otro lado de la línea sabe si has tenido un mal día, si has discutido con tu pareja o si te ha tocado la lotería.
Los amigos son esas personas que te preguntan como estás y esperan para escuchar la respuesta, Anon
Así que, dejando el resentimiento y a los amigos que un día fueron y ya no lo son a un lado, sirvan estas palabras para homenajear a quienes siguen alegrándose por nuestra felicidad.
Por quienes siguen acordándose de nosotros aunque no nos vean más que una vez al año. Por todos aquellos que no te recriminan los días que hace que no les llamas. Por los amigos de verdad que están ahí cada vez que necesitas desahogarte.
Por los amigos a los que no hace falta pedir favores ni esperan que les digas palabras bonitas. Por lo que se enriquecen con nuestras experiencias, disfrutan con nuestros éxitos y lamentan nuestros fracasos. Por los amigos que abren una botella de vino y brindan a tu salud, se hacen una foto y te la mandan para recordarte que sigues en sus pensamientos.
Por el primer abrazo nada más aterrizar. Por las horas intensas que nos dedican cuando más falta nos hacen. Por las lágrimas de felicidad cada vez que nos volvemos a marchar. Porque los amigos de verdad no se ponen tristes al vernos subir por enésima vez al avión.
Ellos, vosotros, sois cómplices de todo lo que nos pasa.
Palabra de Expat.
Buenos amigos, buenos libros y una consciencia tranquila: esa es la vida ideal, Mark Twain.
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