5-EL ELIXIR DE LARGA VIDA
(L'élixir de longue vie, 1830)
Si la gloria de Balzac (1799-1850), se funda en La Comedia Humana, esto es, en el gran fresco de la sociedad francesa de su tiempo, no es menos cierto que las obras fantásticas tienen un puesto de relieve dentro de su producción y en especial en su primer período, cuando estaba más influido por el ocultismo de Swedenborg. Una novela fantástica, La peau de chagrin (1831), es una de sus mejores obras. Pero también en sus novelas consideradas «realistas», hay un fuerte componente de transfiguración fantástica que constituye un elemento esencial de su arte.
Cuando Balzac emprende el proyecto de La Comedia Humana, deja al margen de su obra la narrativa fantástica de su juventud; así, el cuento L'élixir de longue vie, ya publicado en revista en 1830, fue publicado de nuevo entre los Études philosophiques, precedido por un encabezamiento que lo presentaba como un estudio social sobre los herederos que esperan con impaciencia la muerte de sus padres. No he tenido en cuenta este añadido artificioso y presento aquí el texto de la primera versión.
Lo satánico con carácter docto es un viejo tema medieval y renacentista (Fausto, las leyendas de los alquimistas) que el siglo XIX, primero romántico y después simbolista, sabrá aprovechar (basta recordar el Frankenstein de Mary Shelley, obra que no figura en nuestra antología debido a su extensión) y que, finalmente, heredará la ciencia ficción.
Estamos en la Ferrara del siglo XVI. Un viejo muy rico se ha hecho con un ungüento oriental que hace resucitar a los muertos. Balzac tiene muchas ideas, quizá demasiadas: la Italia renacentista papal y pagana, la España beata y penitencial, el desafío alquimista a las leyes de la naturaleza, la perdición de don Juan (con una curiosa variante: es él quien se convierte en convidado de piedra) y un final espectacular repleto de grandes pompas eclesiásticas y de sarcasmos blasfemos. Pero el cuento se impone por los efectos macabros de las partes del cuerpo que viven por sí mismas: un ojo, un brazo e incluso una cabeza que, separándose del cuerpo muerto, muerde el cráneo de un vivo, como el conde Ugolino en el Infierno.
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