Hace 2.300 años, en el contexto de una China dividida en estados feudales, el joven Zheng era el príncipe de la dinastía de los Qin, quien habría de convertirse en Qin Shi Huang. Fue el primer emperador chino que consiguió unificar aquellos territorios, su moneda, su escritura…
A pesar de su mandato autocrático basado en la tiranía, Qin Shi Huang, es todavía considerado hoy como una especie de colosal fundador en la historia China, como un superhombre, un conquistador y unificador de los estados chinos cuya gesta ha durado más de dos milenios.
Pero la figura del emperador sigue rodeada de una magnífica aura de leyendas basadas en su obsesión por la inmortalidad, que han convertido a Qin Shi Huang y su mausoleo en una leyenda viva.
A pesar de que su historia sigue siendo una gran desconocida para el mundo occidental, su tumba fue reconocida como una de las ocho maravillas del mundo.
El afán del primer emperador que tuvo China, por uniformar al pueblo le llevó a igualar las vestimentas, las opiniones, los modos de lucha y los idiomas, la escritura. Centralizó el ejército, controló personalmente numerosas actividades económicas y creó 36 distritos dentro de sus dominios que mantuvo bajo un control feroz. Aun así ,tuvo tiempo de planificar la construccion de la Gran Muralla China y su gigantesco mausoleo.Qin Shi Huang debió tener un caracter enérgico y tenaz ya que son numerosas las obras de este singular emperador, pero también tuvo graves defectos como su carácter obsesivo y totalitario tratando siempre de controlar a sus súbditos. Asi que Qin Shui se ganó la animadversión de muchos de ellos, por lo que, para evitar ser asesinado, siempre debía ignorarse en cuál de sus 260 palacios se encontraba. Entre las muestras de despotismo con su pueblo destaca la de quemar todos los libros que no trataran de agricultura, medicina o profecías y, sin embargo, vindicó los libros que apoyaban su régimen, para los que creó una biblioteca imperial.
En los últimos años de su vida, después que varios intentos de asesinato se volvió más paranoico y contrató a varios “dobles” para despistar a sus posibles asesinos.
PODER MAS ALLÁ DE LA MUERTE
Entre las obsesiones del emperador estaban el miedo a la muerte y derivada de ella la de recorrer Asia en busca del elixir de la inmortalidad, lo que habitualmente le obligaba a viajar. A los trece años cuando todavia era el prícipe Zhen y tras ser elegido, cuentan las leyendas, que ya empezó a pensar en su tumba, a idear cómo habria de ser el monumento funerario que le recordara para siempre; quizás la manera más segura de pasar a la historia como un rey inmortal.
Buscaría otras muchas fórmulas a lo largo de sus años de vida. Evidentemente sin resultados. Fue esta obsesión por la inmortalidad, precisamente, la que desencadenó su inevitable muerte y precipitó la rápida caída de su dinastía.
Para el emperador, su tumba debía ser una copia del universo conocido y en ella encerrar todas las maravillas del mundo. Quería que su morada eterna fuera la más espléndida jamás construida, quería sobre todo que nadie pudiera profanar su descanso. Asi que mandó a sus numerosos subditos construir 8.000 soldados a tamaño real, cada uno diferente al otro, formados para siempre en posición de batalla, vigilantes ante su tumba y junto a ellos toda una manada de bellos caballos y algún carro de combate.
Un ejército inmortal que le acompañara al más allá.
Convertido ya en emperador, título que se da a sí mismo, inicia la impresionante obra de su mausoleo en la que, si no mienten las crónicas chinas, empleó a 700.000 hombres reclutados de todos los rincones de su nuevo imperio.Los estudiosos de la cultura asiática, como el director de Casa Asia, en Barcelona, Jesús Sanz, interpretan el enterramiento monumental como un símbolo «de querer arrastrar el poder hasta después de la muerte».
MUERTE DEL EMPERADOR
En uno de sus viajes de inspección por las provincias, el emperador murió. Se dice que aprovechaba estos viajes para buscar la inmortalidad y debía hacer frente al espíritu del mar en forma de gran pez. Así en las costas de Shandong, cazó con una ballesta a un gran pez, pero justo después, el espíritu del mar se vengó, haciendo caer enfermo al emperador y fallecer en el 210 a. C.
Las únicas personas que estaban al tanto de la muerte del emperador eran su hijo Hu Hai, el ministro Li Si, y el eunuco Zhao Gao. En realidad, el legítimo heredero del emperador era Fu Su, un hombre de buena reputación y una con una relación estrecha con el general Meng Tian, ??el más poderoso de los líderes militares del Imperio Qin.
Pero los tres idearon un plan para incitar al suicidio al legítimo heredero y a Meng Tian.
DESINTEGRACIÓN DE LA DINASTÍA QIN
Por este medio consiguieron que Hu Hai fuese nombrado Segundo Emperador. Poco después Zhao Gao eliminó a Li Si acusándolo de conspiración contra el trono y a varios miembros de la familia real.
El descontento por el Imperio fue creciendo. Cuando el nuevo emperador apenas llevaba un año, a finales del 209 a. C., un oficial menor llamado Chen Sheng inició el primer desafío consiguiendo miles de voluntarios en poco tiempo.
La revuelta es reprimida pero sienta las bases de la caída de la dinastía. Mientras tanto Zhao Gao, puso sus fuerzas en movimiento para planear un golpe de Estado, acorralando al Emperador y forzar que se suicidara.
El acto final del drama de la Dinastía Qin fue una sucesión de escenas melodramáticas. Zhao, con la posesión de un poder absoluto sin igual, eligió entronizar a un nieto del primer emperador llamado Zi Ying, quien enseguida mandó ejecutar a Zhao en el mismo día de la coronación.
El Tercer Emperador intentó salvar al Imperio de manera desesperada, pero era ya muy tarde. Cuarenta y seis días después, las tropas de los ejércitos rebeldes marcharon hasta las murallas de Xianyang, conducidas por Liu Bang, uno de una serie de líderes militares que aparecen ahora de todos los confines del Imperio infestado de rebeliones.
Finalmente Liu Bang conseguirá acabar con la Dinastía Qin, a la que siguió otra la Dinastía Han, en el 206 a. C. La dinastía Qin cayó como consecuencia del despotismo del Primer Emperador, por la quema de libros, el régimen legalista basado en leyes rigurosas, la abolición del sistema feudal, las grandes obras faraónicas, más el descontento de la nobleza y el pueblo, este último explotado por las levas militares y esquilmado a impuestos.
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