Rey visigodo de la tribu de los Baltingos. Durante el reinado de Teodosio el Grande, fue el cabecilla de uno de los ejércitos visigodos aliados de los romanos. A la muerte de éste, cuando contaba unos treinta años, la rebaja de las pagas a los mercenarios visigodos y el no reconocimiento de los servicios de armas prestados, le indujeron a la rebelión. Fue elegido rey de los visigodos, dando comienzo a la dinastía Baltinga.
Los ejércitos visigodos, capitaneados por Alarico, atravesaron Macedonia y Tracia por el paso de las Termopilas, recorriendo Focida y Beocia, a la vez que incendiaron poblaciones y esclavizaron a sus habitantes. Atenas se salvó gracias a que sus habitantes pagaron una importante cantidad y les invitaron a un espléndido banquete.
Sin embargo, otras ciudades griegas no corrieron tan buena suerte, y así Corinto, Esparta, Argos y Megara fueron saqueadas y sus habitantes, esclavizados.
Cuando se vio amenazado por los ejércitos romanos al mando de Estilicón, firmó un tratado con Arcadio, por el cual éste le nombraba Gobernador militar de la Iliria Occidental. Alarico aprovechó esta paz para armar y adiestrar a sus ejércitos a costa del erario romano, tras lo cual, en otoño del año 400, aprovechando la ausencia de Estilicón, penetró en Italia, recorriendo sin resistencia todo el territorio durante más de año y medio.
El 19 de marzo del año 402, sus tropas fueron sorprendidas y vencidas por las de Estilicón en las proximidades de Polenza, aunque Alarico pudo retirarse y cruzar el Po. De nuevo fue derrotado por Estilicón en las proximidades de Verona, tras lo cual accedió, en el año 404, a cambio de una fuerte suma, a abandonar Italia. Esto fue celebrado en Roma, levantándose allí un arco conmemorativo del hecho.
A la muerte de Estilicón, asesinado por orden de Honorio en el año 408, las condiciones de vida de los visigodos en territorio romano se recrudecieron, lo cual motivó a Alarico a atacar de nuevo Italia. Saqueó, sin casi oposición, ciudad tras ciudad, hasta llegar a las puertas de Roma, la cual asedió. Esta ciudad se libró del saqueo a cambio de 30.000 libras de plata, 4.000 túnicas de seda y 4.000 libras de pimienta. Después se dirigió a Rávena, donde se encontraba el emperador Honorio, al cual reclamó el ser nombrado general de los ejércitos del Imperio, y el permiso para establecerse en la actual Austria. Mientras esperaba contestación del emperador, fue atacado por las tropas de Sarón, con un ejército proveniente de Constantinopla. Alarico levantó el campamento, y de nuevo se dirigió a Roma, forzando la puerta Salariana la noche del 24 de agosto del año 410. Saqueó la ciudad durante seis días, lo cual conmocionó a todo el Imperio.
Decidido a hacerse con el trono del Imperio Romano, se dirigió al sur para asegurarse los suministros de trigo provenientes del norte de África. No pudo lograr su propósito de conquistar las provincias romanas del norte de África, primero porque una tormenta destruyó la flota anclada en Sicilia, y segundo porque Alarico enfermó y murió a los pocos días a la edad de 35 años.
Su muerte fue llorada por todos los godos, y su cuerpo llevado a las cercanías de la ciudad de Cosenza. Fue enterrado en el lecho de un río, siendo los cautivos que realizaron el enterramiento sacrificados para que no revelasen el lugar.
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