La masonería “moderna”, u operativa, aparecía en Europa entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, pero las leyendas de la francmasonería atribuyen a Hiram Abif, mítico arquitecto del Templo de Salomón en Jerusalén, el origen de la orden masónica. También a distintas figuras bíblicas, como Tubalcaín, Moisés, Noé o el mismo Adán a los que en el Antiguo y Nuevo Testamento algunas citas llamarían “los arquitectos”. Pero también a los constructores de la pirámides de Egipto, a los Collegia Fabrorum romanos, a la orden de los templarios, la de los Rosacruces o a los Humanistas del Renacimiento.
La teoría más extendida sobre el origen de la francmasonería (o masonería), por sus enseñanzas con símbolos y alegorías ((los delantales que usan, el compás, la escuadra, etc), es que esta evolucionó a partir de las sociedades de constructores, o más específicamente del Arte Real de la Construcción, es decir, de los constructores de las catedrales medievales.
De hecho, existen diversos textos considerados por los masones como los referentes de la masonería “operativa” o gremial donde se especifican las reglas del “oficio”, aspectos administrativos y usos y costumbres del gremio (“Carta o Estatutos de Bolonia” 1248; “Poema REgius” o “Manuscrito Halliwell” 1390; “Manuscrito “Cooke” 1420; “Manuscrito de Estrasburgo” 1459; “Estatutos de Ratisbona” 1459; “Estatutos de Schaw” 1598; “Manuscrito Iñigo Jones” 1607; “Manuscrito de Absolion” 1668; “Manuscrito de Sloane” 1700, etc).
Objetivos y secretismo
La masonería afirma tener como objetivo la búsqueda de la verdad, el estudio filosófico de la conducta humana, de las ciencias y de las artes y el fomento del desarrollo social y moral del ser humano, orientándolo hacia su evolución personal, además del progreso social, permitiendo a sus miembros desarrollar su capacidad de escucha, de reflexión y de diálogo, para transmitir estos valores a su entorno.
Se la considera una institución de carácter iniciático, filantrópica, simbólico, filosófico, selectivo, jerárquico, internacional, humanista y con una estructura federal fundada en un sentimiento de fraternidad.
Pero quizás su característica más externa y reconocida sea su secretismo. Las reglas masonas demandan que los miembros se apoyen unos a otros y guarden los secretos de los demás, lo que ha llevado a temer que se desarrollen corruptelas. También a la hora de reclutar nuevos miembros existe esa reputación de secretismo y vínculos con la corrupción, incluido el favoritismo por el que los miembros se ayudan mutuamente a ascender en el escalafón profesional.
Sobre esto, ellos aducen que el secretismo que rodea la masonería es para crear una sensación de atracción y misticismo, más que para esconder algo siniestro. Que no es una sociedad secreto, sino discreta con algunos secretos que son revelados a sus miembros a medida que estos progresan.
Afirman que no intentan controlar el mundo, pese a todas esas teorías de conspiración en internet, y no intentan derribar a ningún gobierno, solo preservar el secretismo porque lo hace especial.
Otro de los elementos más famosos de la francmasonería es el apretón de manos masónico, lo cual les hace identificarse sin ser reconocidos.
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