Poco más de 200 mil personas están atrapadas, desesperadas, entre el cañón, el fuego, la muerte y el hambre. Este juego del terror es Alepo.
Alepo, la que una vez fue la más grande y bella ciudad de Siria. Dividida en dos, prácticamente; en el oeste, las cosas funcionan como en una urbe "cuasinormal" con la excepción de que viven aterrados porque la violencia no los alcance.
Esta parte de la ciudad está bajo el control del Gobierno de Siria. Hay coches, hay taxis, hay escuelas, y la gente camina en las calles.
Pero la otra parte de la ciudad -sus hermanos, aunque algunos no de ideología-, es la parte este, donde es como vivir en el purgatorio. Toda esa parte de la ciudad es la antesala de la muerte, los edificios, las casas, los colegios, lo que sea que esté de pie, está derruido, carcomido, perforado por miles y miles de disparos, desde el cielo y desde tierra.
Entre esas ruinas, habitan 250 mil personas. Muchos sin culpa ni consciencia. Hay 30 doctores ya nada más, que sus manos son medicinas y su esperanza la sobrevivencia, porque ya se acabaron los medicamentos y porque los hospitales están destruidos, y porque no hay electricidad más que 2 horas al día, y porque no hay agua y porque hay muchos "porqués" para que la vida se extinga pronto.
La comida se sigue acabando. La gente que se quedó atrapada ahí, muchos armados rebeldes, opositores y terroristas, pero muchos más, sólo civiles que vivían es su ciudad, yendo a la escuela, con sueños como cualquier otro mundano.
Pero la sinrazón de la política internacional devino en este caos, ahora mucho más difícil de arreglar, ya que lo primero es entenderlo, y eso es verdaderamente difícil.
Hay decenas de milicias, que luchan entre sí, contra el terrorismo, a favor del terrorismo, contra el Gobierno, contra lo que sea. Aun así, la esperanza no deja de tener retoños. Muy extraños a veces.
El presidente de Siria, Bashar al-Asad, dijo que cooperaría con Estados Unidos (principal actor al que culpó de la matanza masiva y de la generación de terrorismo), si el presidente electo estadounidense, Donald Trump, no miente.
"Si lucha contra el terrorismo, por supuesto que seremos aliados, aliados naturales, de la misma manera que lo somos con los rusos, los iraníes y muchos otros países que quieren eliminar el terrorismo", dijo el presidente sirio a la televisión de Portugal en una entrevista.
Esto es insólito. Un cuadrado de unión de lo que parecía agua y aceite: Rusia, Estados Unidos, Irán, Siria, juntos por un fin humano: no al terrorismo. Idealismo que habría que estudiar con cautela, para saber cuántos intereses ocultos hay o por lo menos cuántos intereses deshonestos que sólo lleven agua al molino de los Gobiernos.
Más aún, este lunes 14 de noviembre, Donald Trump conversó por primera vez con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Reconocieron los problemas, y el nuevo mandatario de EE.UU. dijo que quiere tener una amistad duradera con los rusos. Y que unirán sus fuerzas las dos potencias para aplastar al terrorismo.
Horas después de la conversación telefónica, Rusia intensificó sus ataques en Alepo. Bombardeos contra los terroristas aunque la Administración de Barack Obama alega que es un baño de sangre contra los disidentes.
A esto le agregamos la acusación de que se están usando armas químicas prohibidas en Alepo, el Gobierno de Siria acusa a terroristas y opositores de usarlas.
Este es el reporte de guerra de Siria hasta el día de hoy. Aquí le tratamos de dar una fotografía completa con sus diferentes interpretaciones y ángulos.
En Detrás de la Razón, nosotros preguntamos, los analistas contestan y usted en su casa concluye. Y si la realidad hace lo que quiere, entonces nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es detectar las aristas que no nos dicen.
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