Son las siete de la tarde, las seis en Portugal.
Si hay un campo de fútbol mítico ese no es otro que Wembley.
Estadios míticos en el mundo hay un montón, en España, sin ir más lejos, tenemos unos cuantos, Maracaná en Brasil, en Argentina el Monumental y la Bombonera, en Italia, también unos pocos, en Alemania, a pesar de las remodelaciones, o gracias a ellas, todo el país se ha llenado de estadios impresionantes y el de Múnich es solamente uno más. París y su Estadio de Francia tiene por todo el país galo enormes competidores. Rusia, Estados Unidos, Sudáfrica, Japón, en fin todo un rosario de grandes escenarios repartidos por todo el orbe a cual más moderno, cómodo o glamuroso. Las cuentas llegan a más de un centenar, pero Wembley, siempre será Wembley. Ya no es el de las dos torres, el de la gradas alejadas, el de las miles de localidades de pie. Ahora todo, como decíamos es mucho más televisivo, los drones se enseñorean de todo el terreno de juego, miles de cámaras recorren cada brizna de césped, los miles de espectadores se ven reflejados en los videos gigantes. Ya no hay sitio para los júligans, o al menos, ese es uno de los motivos de tanta reforma y tanta sala VIP y tanto banquillo mullido.
El viejo Wembley nos llevaba a la tradición futbolera, a la revolución industrial directamente. Barro, sudor y lágrimas. Finales de la Copa Inglesa, todas ellas, sí: míticas, con toda su pompa y circunstancia. Finales de Copa de Europa, de la Copa del Mundo de 1966 o la de la Eurocopa de la final del gol de oro que hizo ganar a Alemania, por supuesto, otro título continental.
El viejo Wembley es un símbolo no tanto del fútbol inglés, sino de todo el fútbol, los "Pross", sólo han ganado un gran título en su terreno. El nuevo, está por ver, pero de momento Inglaterra sigue atravesando su particular y larguísima travesía del desierto.
Hoy España visita el lugar donde nunca ha llegado a ningún sitio. Sólo un triunfo en un amistoso el 25 de marzo de 1981, fecha para recordar, porque aquel día todos estuvimos más pendientes de la liberación de Quini.
Hoy sería un buen día para reivindicarse en un escenario único.
Es un amistoso, sí, pero ante un rival de campanillas, que siempre apunta, pero nunca remata. Parece mentira, pero los inventores del asunto que nos ocupa, no lucen en lugar meritorio en el frontispicio de ningún palmarés internacional. Cincuenta años sin ganar nada, son demasiados años. España, de momento, ya lleva cuatro sin hacerlo y tras los laureles pasados, ya volvemos a ver alguna luz al final del túnel del bosque en que nos metió Villar y algún indocumentado más.
Seamos positivos y dispongámonos a seguir la tediosa fase de clasificación sin sobresaltos. Hoy es un día para festejar el fútbol en el escenario soñado.
15 de noviembre de 2016. Programa número 181. Están escuchando Radio Alma, la Frecuencia mediterránea de Bruselas. 101.9 de la FM. Sean todos bienvenidos un martes más a DEPORTE CON ALMA.
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