Queridos amigos,
En aquel tiempo, los fariseos hacían honor a su nombre e intentaban vivir al margen de sus vecinos. Al fin y al cabo, la palabra fariseo significa separado, y sería por ello, que su rígido modo de observar la Ley de Dios, los independizaba de los demás.
Buscaban la seguridad, pero no en Dios, sino en el Messías, aunque la mayoría de ellos sostenían que los dos, eran lo mismo.
En diversos pasajes de los Evangelios, se habla del pueblo fariseo como un grupo generalmente polémico, que asentaba su feudo en el Campo Nuevo.
De los antiguos fariseos surgió la línea rabínica ortodoxa de los doctores de la Ley, que redactó el primer estatut del Talmud.
En la lectura de la primera carta del Santo Iker a los Corintios, se detalla como los filisteos estaban organizados en ciudades estado.
En ellas, erigían en la plaza mayor un sepulcro blanqueado desde el que adoraban a un Ser Superior.
Aunque ocupaban el territorio que corresponde a la actual franja de Gaza, no eran árabes, sino más bien al contrario, sentían una verdadera devoción por todo lo referente al mundo cristiano.
Eran considerados como unos infames para el Talmud, debido a su eterna y enconada enemistad con los parroquianos fariseos.
El Libro de los Salmos, especifica que los arameos, también llamados cholíacos, constituían un pueblo nómada, semítico y atlético, que consideraba sagrado el Monte Simeoní.
Las tribus arameas eran catalogadas como bruscas y violentas por sus vecinos filisteos, quienes comenzaron a ver con preocupación cómo los arameos les disputaban una hegemonía que siempre habían disfrutado sobre el territorio común que compartían.
Su perfecto conocimiento durante muchos años de la travesía del desierto, actuó como detonante de una masiva migración hacia el Valle del Peine Pequeño.
En verdad os digo, que la religión, entendida como una colección organizada de creencias, sistemas culturales y cosmovisiones que relacionan a la humanidad a un tipo de existencia, jamás ha tenido un sentido más completo que aquel que profesa el pueblo bético.
Orgullosos de su nombre romano del río Guadalquivir, los béticos viven como nadie una filosofía de la vida, un modo de entender el mundo, una esperanza, una resignación y un senequismo del manque pierda.
Y ahora, hermanos, después de llenar el cepillo, podéis ir en paz.
Buenas tardes, y saludos cordiales.
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