Hoy te comparto una conversación que tuvimos con Ricard Rotllan sobre la serenidad, la felicidad y cómo conseguirlas.
¡Él es una autoridad en este tema!
Monje budista, discípulo directo del Dalai Lama, profesor de Yoga y de meditación…
Es alguien realmente preparado para hablar de esto.
¡Y para enseñarlo!
Por eso el martes de la próxima semana vamos a empezar un curso en la Academia para la autogestión de la salud en que él nos enseñará los secretos de la meditación.
Actitud ante la vida Todo su vida Ricard ha estado perfeccionando la actitud que es necesaria ante la vida para avanzar como ser completo englobando el ser espiritual.
Se considera aprendiz de sabio, pero como ha recorrido desde hace años la senda de la sabiduría, algo de ella ha acumulado y es lo que puede ofrecer.
Desde niño ha tenido tendencia hacia la espiritualidad y esto se vio potenciado por la relación con sus padres, ambos artistas.
Esto le ha llevado a buscar una forma lo más rigurosa posible de mantener la meditación en su forma de vida y a compartir lo que ha aprendido.
La felicidad En la vida tenemos altibajos, hay momentos de todo, pero estamos siempre buscando lo mejor.
Buscamos placer, no dolor, reconocimiento de los demás, cariño, afecto, no tener tristeza o desdicha, que la gente no nos rechace…
Estamos siempre buscando lo mejor.
Pero eso es lo que se llama en el budismo la felicidad temporal, que sólo son momentos.
Todas estas circunstancias son cambiantes.
Así que si nos enfocamos en estos logros vamos a tener momentos felices, momentos tristes, vamos a vivir todos esos cambios en nosotros y no siempre vamos a tener felicidad.
Entonces se despierta esa voluntad de tener una felicidad más constante, y eso es lo que en budismo se llama felicidad transcendente.
Que es la felicidad que nunca acaba.
Porque una vez creas todoas las cusas que generan esa felicidad plena, entonces el sufrimiento desaparece.
Por un lado dejas de hacer todo lo que genera sufrimiento en general, y por otro, al generar constantes cusas de constante felicidad se convierte en una experiencia constante.
Porque ya no generas causas de sufrimiento, al contrario.
El sufrimiento y la felicidad por si mismas no existen.
Si no creamos nosotros las causas que las generan, no vamos a experimentar, ni sufrimiento ni felicidad.
En la medida en que generamos las causas para de una felicidad plena, entonces es cuando la vamos a experimentar de una forma constante.
Y ese es el anhelo más profundo que todos los seres tenemos.
Por lo tanto, ese estado subyacente de insatisfacción que experimentamos es a causa de que los placeres momentáneos, temporales, o esa felicidad temporal que experimentamos, no concuerda plenamente con el anhelo de felicidad constante que todos tenemos en lo más profundo.
Por lo tanto siempre estamos buscando técnicas, sistemas, métodos que nos lleven a la experiencia de esa felicidad constante.
Muchas gracias por escucharnos.
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Gracias a todos por estar manteniendo en vida a VidaEnSalud.
No encontramos en el próximo episodio en que hablaremos con nuestro astrólogo de cabecera sobre esta temporada de eclipses que estamos viviendo.
De las pocas cosas constantes que hay, esa felicidad es para siempre, ya no se deja nunca. Ricar Rotllan Monje Budista Un proceso que lleva tiempo Se necesita acumular constantemente causas que produzcan esos resultados y en la medida que vamos generando esas causas podemos ir contando con una mente más abierta que no vincula su felicidad a esas circunstancias externas que nos llevan a dejar de sentir la felicidad.
Porque vinculamos más la satisfacción a ese trabajo interno que nosotros vamos haciendo, que nos hacer mirar las circunstancias con una mirada distinta a la que tenemos actualmente, ahora estamos viviendo el cerebro primario, el reptiliano, y el cerebro humano no lo tenemos demasiado desarrollado.
Nuestra mente no está dedicada a ese trabajo especial de buscar nuestra naturaleza esencia, a buscar nuestra esencia.
La mente Desde bien pequeños nos hemos acostumbrado a desarrollar una actitud egóica, una mente egocéntrica que nos ha hecho falta en ese momento como una estructura psicológica de adaptación social, pero actualmente ya no es necesario.
Podemos sobrevivir perfectamente sin esa estructura psicológica.
Aferrarse a ese ego que hemos generado de pequeños no tiene ningún sentido.
Esta mente egóica, que es dual, lo que hace es generar mucho sufrimiento, porque siempre estamos experimentando en la dualidad todo tipo de emociones perturbadoras que se generan.
Yo quiero, yo deseo, genera apego.
Yo rechazo, genera odio.
Porque hay esa dualidad.
Pero esa mente dual es solamente un concepto, no tiene existencia inherente de por sí, es un constructo de la mente.
Si nos dedicamos a vivir más nuestra esencia, despertando toda esa capacidad que tiene nuestra naturaleza esencial: amor, compasión, sabiduría, entonces: con más sabiduría actuaríamos con más amor y de forma más compasiva.
Por lo tanto siempre estaríamos generando esas causas que producen resultados felices.
La actitud interna en este momento es la más válida, la más genuina, la más potente que nos facilita superar cualquier tipo de circunstancia que puede llevarnos de nuevo a tener una experiencia de dualidad.
De yo y lo otro, o yo y los otros.
Hay que despertar a ello, es un despertar de consciencia.
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