CARTAS DE AMOR DE UN SEXAGENARIO VOLUPTUOSO,
de Miguel Delibes
Esta novela se basa en la relación epistolar entre dos personas de 65 y 56 años que se conocen a través de un anuncio en el periódico. Aparecen exclusivamente las cartas escritas por él, y resulta interesante ver cómo esta relación comienza y evoluciona a la vez que conocemos a sus protagonistas y su entorno
25 de abril de 1979
Muy señora mía:
Por puro azar tropecé ayer con su mensaje en La Correspondencia Sentimental cuando aguardaba turno en la antesala del doctor. Yo solamente hojeaba la revista por encima pero, al transitar por la página que inserta su minuta, algo tiró de m¡, se diría que aquellas líneas estaban imantadas, cobraron de repente relieve y movimiento, de modo que no pude sustraerme a su llamada. La leí. Leí su minuta varias veces como si aquellas sencillas palabras rescataran una segunda, profunda, arcana intención. Y ahora, de regreso a casa, sin prisas, antes de encender el televisor, me he decidido a escribirle estas letras.
Ante mí tengo su mensaje, lacónico pero expresivo. He incurrido en una pequeña fechoría que nunca me creí capaz de cometer: he arrancado la página de la revista que lo insertaba. Han sido unos instantes tensos, durante los cuales me he sentido tan innoble como si estuviese cometiendo un crimen. Y, bien mirado, algo de crimen hay en este acto mío de mutilar una publicación y reducir así el eco de su llamada, restarle la parte de resonancia que cabía esperar del ejemplar del que yo, mediante malas artes, me he incautado. Dejando al margen esta indignidad, el efecto de su mensaje fue instantáneo; yo no dudé un segundo de que aquellas palabras me estuvieran destinadas.¿Por qué?
No es sencillo explicarle esto. Su nota (referencia nº 921) que tengo aquí, ante mis ojos, dice así: «Señora viuda, de Sevilla, cincuenta y seis años, aire juvenil, buena salud. Cincuenta y tres kilos de peso y un metro sesenta de estatura. Aficionada a música y viajes. Discreta cocinera. Con caballeros de hasta sesenta y cinco años, similares características». Bien mirado, nada de particular pero, como le digo, aquella nota, entre tantas, reclamó mi atención, me hechizó, hasta el extremo de no leer ninguna más. De modo que allí me quedé, inmóvil, sentado en la silla, junto a la puerta, la mirada fija en aquellos renglones, cuya tipografía, en cursivas del 8, en nada se diferenciaba de la de los demás; tampoco, en rigor, los conceptos que, más o menos, con variaciones de edad, sexo, estatura o residencia, eran los mismos y, sin embargo, algo había en ellos que tiraba de mí, que me inducía a sentirme su destinatario.
Comentarios
Bello poema en una extraordinaria voz. Felicitaciones a los dos.