https://youtu.be/J5ycVSfSR5A Detrás de cada una de las canciones que escuchamos se encuentra un equipo de profesionales que han volcado todo su esfuerzo para que tu disfrute sea posible. Como sucede en otros ámbitos creativos, se pueden distinguir una serie de roles con la finalidad de cubrir, de la mejor manera posible, cada uno de los procesos de producción. Desde el momento en el que surge la idea de la canción hasta que llega a los oídos de los oyentes, la obra ha tenido que realizar una largo recorrido, dividido en distintas fases, para llegar ahí. Una vez escogido el objetivo de llevar los temas a su comercialización, los artistas inician un proceso de gestión económica a partir de la financiación propia, o popular a través del llamado crowdfunding, del proyecto. Estos artistas mencionados no son necesariamente los compositores de las obras, por lo que se pueden comprender, simplemente, como la imagen de la marca. Dentro de esta gestión económica podemos diferenciar la persona encargada del registro de propiedad intelectual, las personas pertenecientes a la calidad editorial, o los sellos discográficos; como pueden ser Sony o Warner. Estos distintos papeles se entremezclan entre ellos, del mismo modo en que podemos encontrar diferentes oficios dentro de los organismos como el es el del a&r. Tras el inicio de la elaboración musical con la ayuda de diferentes elementos de software y hardware, se pueden reconocer diferentes papeles. El letrista, el compositor, el arreglista, el ingeniero de master, el ingeniero de mezcla o el productor principal; ya en la cúspide de esta pirámide laboral, son algunos de los que podemos encontrar. Con todo esto, podemos empezar a darnos cuenta de lo amplio que puede ser el mundo de la industria musical, por lo que no deja de ser necesaria la figura del representante. Una vez fuera de este entramado de creación musical, los contratistas o los promotores facilitan el acercamiento del éxito al público. A pesar de parecer algo muy lejano, nada de esto debe de darnos la sensación de estar fuera de nuestro alcance si nos lo proponemos. Tener claros unos objetivos a corto y a largo plazo, comprender el tiempo y el esfuerzo que lleva cada uno de los procesos y, sobre todo, mantener la pasión por cada una de las cosas que se hacen serán las claves del éxito.
Comentarios